Letra De La Cancion El Cielo En Tu Mirada

De los hogares humanos; el que fluye, derretido en canciones, de mi corazón de poeta. Se levanta el viento, y las olas tremen y se encabritan en el río. Tu canción penetrante va retumbando por todo el cielo en lágrimas multicolores y en sonrisas, en sustos y esperanzas.

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Mi corazón busca a ciegas por el sendero que va adonde la música de la noche me está llamando. Miro la lejana obscuridad del cielo, y mi corazón vaga gimiendo con el viento sin descanso. El verano vino el día de hoy a mi ventana, zumbando y suspirando, y han venido las abejas, trovadores en la corte del bosque florecido. Al contacto inmortal de tus manos, mi corazón se dilata sin fin en la alegría, y da vida a la expresión inefable. [newline]Y, en nuestra dulce soledad, charlaré bajo, al lado de tu corazón… “El tiempo de mi visita llegó por fin y heme aquí”, respondió el joven asceta.

Álvaro De Luna Y Rayden Lanzan La Canción \’en El Cielo De La Boca\’

Y la misma vida, llevada a cabo flujo y reflujo, mece al océano, cuna del nacimiento y de la desaparición. Levantas tus brazos hacia el cielo y tus dedos ávidos pulsan las harpas del aire. Sobre la cresta de las ondas de la luz se encienden los jazmines.

Y grillos, la música de la penumbra sonora de alas y rumoreante de abejas. Un instante se levantó, volando, el visillo que divide tus cantos de los míos. Es como si mi canto a cada uno le llamara por su nombre.

Adolescent\’s Orquesta Con La Mirada En El Cielo Letra

Tus siglos vienes, uno tras otro, perfeccionando la florecilla del campo. En una sonrisa de la mañana blanca, en una frescura de pureza transparente. Échala sobre el antojadizo viento, tiéndela en cambiadas maravillas. Aún tu rayo no me ha evaporado, aún no me has hecho uno con tu luz!

Se desvanecerá la sombra, y tu voz se derramará por todo el cielo, en riachuelos de oro. Sólo espero al amor para entregarme al fin en sus manos. Pues sólo espero al amor para entregarme, al fin, en sus manos. De ahí que es tan tarde, de ahí que soy culpable de tantas dispesiones. Desde lo prominente del cielo la luna llena entreabría las sombras para mirar hacia la localidad. En par la puerta con tu aliento, Rey mío, y ven a mí con la gloria de un rey.

Cuando tú me mandas que cante, mi corazón semeja que va a romperse de orgullo. El día de hoy mi casa es de verdad mi casa, y mi cuerpo mi cuerpo. Esta mañana mi despertar fue dichoso, porque vi a mi amor.

Mi vida te busqué con mis canciones. Ellas me llevaron de puerta en puerta, y con ellas tanteé a mi alrededor, intentando encontrar, intentando encontrar mi mundo. Imperceptible es el más pobre de sus asientos, inapreciable la mucho más pequeña de sus vidas. Las flores están ya enlazadas, y lista la guirnalda para el marido. Será la boda y dejará la novia su casa, y, sola en la noche solitaria, encontrará a su Señor.

El viento escapa saltando como una muchacha transparente. Extiende por el cuerpo del niño como una débil onda tibia. Sube la marea, con su ancha risa, y la playa, sonríe con su pálido resplandor. Dulce y alegre la día y mi pensamiento se ha trocado en armonía. Al despertar hallaba su mensaje en la mano de la mañana. El rumor del agua me llama por el aire como una fresca voz aleteante.

En El Momento En Que Nuestros Ojos Se Encontraron A Través Del Seto

Y las olas se ríen y se hablan entre sí vanamente. En impensada cadencia de agua y viento, como el cielo en anhelante balbuceo de nubes. Vino entre la noche apacible con su arpa en la mano y mis sueños se llenaron de música. La sombra persigue a la luz y la lluvia viene andando sobre las huellas del verano. Tu voz más íntima y querida, escrito sobre las hojas y las flores en tu corazón. Como mis flores y mis canciones; y me ha dejado mi amor solo.

Datos De La Canción

Y me quedé aguardando limosnas espontáneas, bienes vertidos por el polvo. Su pobre melodía quejica, perdida en la gran música del mundo. Yo estaba solo, cantando en un rincón, y mi música encantó tu oído. Y tú bajaste y te viniste a la puerta de mi choza. Pero yo no respondí; me di por bien perdido en la cima de mi alegre humillación, a la sombra de una vaga felicidad.