Y justo a la izquierda de dicha Capilla, está el Patio de la Hospedería, realizado en ladrillo y donde destaca una escultura de San Bruno realizada por Pedro Laboria en 1761. Se puede destacar la iglesia que fue terminada en el 1552, es un edificio de planta longitudinal con solo una nave y capilla del sagrario, que se cubre con magníficas cúpulas de crucería estrellada. Se trata de una testera de piedra con composición de retablo, típica del barroco andaluz, caracterizada por producir una ilusión de movimiento ascensional. Construido en el año 1478 sobre los restos de la antigua ermita de Nuestra Señora de la Defensión, el Monasterio de La Cartuja, de estilo barroco, está habitado por una docena de monjas de la orden de Belén desde el año 2002.
Para entender la aparente confusión de edificaciones que puede parecer una Cartuja hay que tomar en consideración la índole misma de una Orden eremítico-cenobítica a la vez. Como exigencia de los elementos cenobitas de sus moradores observamos en su conjunto el “exigido” claustro monástico . Ahora se encuentra el coro reservado a los progenitores, donde encontramos entre las sillerías más interesantes del renacimiento español, datada entre 1547 y 1552, y compuesta por un total de cuarenta y dos sitiales sobre una base de caliza labrada con grutescos y escudos del fundador.
En segundo lugar, una reja dorada de barrotes torneados, realizada en 1673 por los sevillanos Marcos de la Cruz y Francisco de la Chavala, divide el espacio destinado al coro de los legos. Un recinto en el que resalta la sillería del siglo XVII adosada a los muros y la presencia de dos retablos gemelos, uno de ellos con un cuadro atribuido a Lucas Valdés. El primer elemento que llama la atención al entrar a la Cartuja es la monumental portada exenta, datada en 1571 y realizada por el arquitecto jerezano Andrés de Ribera. De gigantes proporciones y estilo renacentista, está concebida a modo de arco de triunfo con dos columnas dóricas a cada lado y un entablamento compuesto por triglifos y metopas, sobre el que se alza la imagen de Dios Padre, a quien acompañan la Virgen, San Bruno y San Juan Bautista, estos últimos en hornacinas bajo el arco.
La cercanía del ejército francés obliga a los monjes a dejar el monasterio para resguardarse en Cádiz, y cuando regresan lo hallan desértico y saqueado, con desperfectos esenciales, incluso en las edificaciones, destinadas a hosting de tropas. A la entrada del recinto se levantó un extenso porche tetrástilo con vano central de medio punto que alberga en un hueco menor 2 pesadas hojas de madera tachonadas en bronce. La obra, fechada en 1571 por el arquitecto jerezano Andrés de Ribera responde a los mucho más puros cánones del clasicismo andaluz.
La organización espacial del recinto está destinada a suplir las necesidades de la vida monástica, con la consecuente división de espacios entre padres y legos. Así, a grandes rasgos, se conforma por un magnífico pórtico de entrada, capilla del siglo XVIII, iglesia, varios patios, claustros, sala capitular, refectorio…, aparte de otras estancias anejas primordiales para el sustento económico de los religiosos, como la bodega, los guardes o las cuadras. El grueso de las proyectos se extendió a lo largo de todo el siglo XVI, hasta que en la década de 1620 prácticamente se había finalizado el emprendimiento original. Desde este momento han comenzado nuevas obras de enriquecimiento y decoración con la incorporación de yeserías, retablos y pinturas murales, contando para esto con artistas de la talla de Francisco de Zurbarán o José de Arce.
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Además, asimismo de forma exenta y cerca de la portada se encuentra la Cruz de los Paseantes, un crucero del siglo XVI que tiene dentro sobre su capitel una representación del Crucificado y la Virgen con el Niño. Aparte de la iglesia, podemos destacar el claustrillo anexo al templo, obra efectuada en el siglo XVI con esbeltos arcos y calados contrafuertes. Otra de las creaciones a poner énfasis es el gran claustro, construcción caracterizada por su severidad y austeridad, de planta cuadrangular y galerías cubiertas por cúpulas de crucería. Una vez se atraviesa la portada primordial, se accede al Atrio del Rosario, espacio que presta ingreso a la Capilla de los Caminantes, construida en la época del siglo XVIII para celebrar la Eucaristía los días festivos, y compuesta de una sola nave con atrio de arcos de medio punto.
Ahora se localiza el Atrio de la Iglesia, espacio gobernado por la prestancia del templo, donde la primera cosa que llama la atención es la portada, efectuada en piedra entre 1662 y 1667 por Fray Pedro del Piñar. Una portada dotada de una estructura tipo retablo de tres calles, 2 cuerpos y ático, con un programa escultórico decorativo efectuado por el hispalense Francisco de Gálvez en 1664. Al paso que por su lado, las fachadas laterales están compuestas de muros fáciles con contrafuertes; y en la cabecera está la torre del reloj, construcción rematada por un friso con triglifos y metopas, y una espadaña con vano de arco peraltado entre balaustradas. La Cartuja de Santa María de la Defensión de Jerez de la Frontera se encuentra dentro de los mas destacados y hermosos monasterios de la Orden Cartujana de España por su calidad artística. Se inició su construcción en el año 1478 si bien la mayoría de sus dependencias fueron efectuadas durante el siglo XVI.
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El grave incendio agrícola que afecta al ambiente urbano de Jerez de la Frontera ha cercado la joya familiar más importante de la provincia de Cádiz, el Monasterio de La Cartuja. Cerca de una docena de monjas tuvieron que ser desalojadas de allí este miércoles, mientras que los bomberos prosiguen trabajando para evitar que las llamas alcancen a un edificio de incalculable valor a nivel artístico, arquitectónico y espiritual. En 1948, por iniciativa de múltiples jerezanos, vuelven a su antiguo monasterio que restauran, visten y hacen habitable. Desde entonces y hasta la exclaustración de las órdenes monásticas en 1835, poseyó la Cartuja una gran hacienda procedente en gran parte de donaciones que los cartujos supieron explotar, hasta el punto de crear importantes ganaderías de reses bravas y caballar cuya fama se prolonga hasta nuestros días. Específicamente, las monjas elaboran sandalias de cuero y figuras de carácter religioso para venderlas al público que visita el Monasterio de La Cartuja. La orden de las Hermanas de Belén, de la Asunción de la Virgen y de San Bruno elaboran en el Monasterio piezas de carácter artesanal que venden allí mismo, en una tienda, y por medio de su pagina web.
Antes, desde 1948, era la orden masculina de los cartujos la que residió en el lugar hasta que aquella misión fue enviada por el papa Juan Pablo II a Corea para fundar una iglesia. Las hermanas que residen allí actualmente lo hacen en un régimen de clausura, si bien el Monasterio, proclamado como Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural, está abierto al público desde las siete de la mañana a las seis de la tarde. Únicamente son visitables los exteriores, en tanto que los espacios interiores continúan reservados a la intimidad de la orden que habita el edificio. La presencia del monasterio de la Cartuja desde fines del siglo XV fué punto de referencia para la vida artística y espiritual de la ciudad y es hoy en día entre las escasas que existen en España. Los frailes abandonaron la Cartuja en el año 2002 por carecer de vocaciones y la providencia ha amado que otros hijos de San Bruno, las Hermanas de Belén, habiten y cuiden hoy en día tan preciado santuario.
Después, hechos históricos como la invasión francesa o la desamortización de recursos de la iglesia mermaron considerablemente la riqueza del espacio. Hasta el momento en que en 1948, con la nueva ocupación cartuja del edificio, intervinieron esenciales arquitectos como Francisco Hernández-Rubio, Félix Hernández o José Menéndez-Pidal, con el propósito de devolver al edificio parte de su grandiosidad. En el año 2002 los cartujanos dejaron de nuevo el recinto, por lo que hoy en día está ocupado por la orden femenina de las Hermanas de Belén.
La Cartuja De Jerez, El Monasterio En El Que Antonio Gala Deseó Ser Monje Y Que Ahora Amenazan Las Llamas
Se escogió el lugar popular como “El Sotillo”, en el que existía una ermita levantada en acción de merced a la Virgen por un hecho de armas entre jerezanos y musulmanes. Cuando se edificó el Monasterio, en su lugar, se puso una enorme cruz de piedra que se puede contemplar en los jardines de la entrada. Fue fundado el 3 de Mayo de 1453 por Álvaro Obertos de Valeto, noble jerezano, enterrado a los pies del ábside de la Iglesia bajo lápida de mármol que cubre su sepultura. Restaurado y vuelto a su función y empleo original, en la actualidad se encuentra en buen estado de conservación, el día de hoy es Bien de Interés Cultural y parece ser declarado Monumento Nacional en el año 1856, en el momento en que entonces no serían ni una docena las construcciones que habían alcanzado ese rango hasta esa fecha en todo el país. Pero aparte de por su valor a nivel artístico, la cartuja pasó a la historia por ser la cuna del caballo cartujano.
El monasterio fue fundado en 1476 por don Álvaro Overtos, caballero jerezano descendiente de una noble familia genovesa. La Orden de San Bruno la recuperó en el año 1948 y una vez restaurada materialmente la ocupo una nueva comunidad de cartujos. Como un verdadero retablo de piedra, esta testera está concebida en 2 órdenes superpuestos de columnas corintias y entablamentos curvados y partidos, apoyándose el conjunto sobre basamento adornado con escudos y temas florales.
Concebido como un enorme arco triunfal, está sobriamente compuesto y adornado con escudos, florones, ventanas caladas y semiesferas de cerámica vidriada, configurando un soberbio ejemplo de arquitectura renacentista. La Cartuja de Santa María de la Defensión, declarada Bien de Interés Cultural, está ubicada a 4 km de la ciudad de Jerez de la Frontera. Sus orígenes se remontan a mediados del siglo XV, instante en que el caballero Álvaro Obertos de Valeto destina su patrimonio al lugar en la localidad de la Orden Cartujana. En un primer momento los frailes ocuparon una ermita ahora que existe, hasta que a fines de siglo han comenzado las proyectos para la construcción del Monasterio, dedicado a Santa María de la Defensión por su labor y asistencia en la defensa del cristianismo. Al tiempo, por el carácter eremita de los monjes y la necesidad de soledad del cartujo se necesitan celdas recluidas, con un pequeño huerto para trabajo y esparcimiento del eremita, que no sale nunca de ella fuera de los casos establecidos para proceder a la Iglesia.
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Y finalmente, destaca la Sacristía, del siglo XV barroquizada durante el XVII, que se distingue por sus decoraciones realizadas en yeso. Para finalizar, otro elemento a destacar sería el Claustro de los legos, diseñado en 1620 por Juan Martínez Montañés y ejecutado por el profesor Mateo Rodríguez. Al paso que el Claustro grande, lógicamente de mayores dimensiones, es el espacio donde se llevaba a cabo una parte de la vida monacal y se efectuaban los enterramientos de los frailes. Su construcción comenzó a principios del siglo XVI y se sostuvo hasta los primeros años del siglo siguiente, y a su alrededor se dividen las celdas de los frailes, veintinueve en suma, donde los hermanos pasaban la mayor parte del día.