Aunque se le doblaban las piernas, no quería sentarse, porque después no hubiera podido levantar el cuerpo de su hijo, al que allá atrás, horas antes, le habían ayudado a echárselo a la espalda. La sombra larga y negra de los hombres siguió moviéndose de arriba abajo, trepándose a las piedras, reduciendo y creciendo según avanzaba por la orilla del arroyo. En el momento en que, ya adentro, uno de los asaltantes puso el cerrojo en la puerta, la agobiada intuición de la mujer no tuvo tiempo de explotar. Un manotón velludo le tapó la boca y 2 brazos robustos le trabaron todo movimiento, arrastrándola hacia el lecho conyugal.
Se pierde la camisa, cuando no lo que ella viste. Era el suyo un amor meditado, a prueba de remordimientos. Juan Joaquín, débil asombrado, en lo absurdo se negaba a creer, y barrido por dolores fríos, calores, lágrimas quizá, cayó en decúbito dorsal devuelto al barro, a medio estar entre lo inefable y lo nefando. Jamás la imaginara con el pie en tres estribos; llegó a maldecir sus propios y formidables “abusufructos”.
Cuento Ultracorto De Álvaro Mutis: Soledad
La Virgen María nació siendo inmaculada en su concepción es decir fue la única mujer que nació sin pecado original pues Dios lo decidió de esta manera, a fin de que fuera la madre de Jesús. Como humanos sería una maravilla y un prodigio que pudiéramos tener las virtudes de la Virgen María, del mismo modo como tuvo una conducta de santidad en su hogar y en sus trabajos cotidianas. No es un imposible de conseguir que todos tengamos la santificación. Además debemos saber que María estuvo que se encuentra en todo instante en la pasión y muerte de su hijo, estuvo a la vera de su cruz, llena de bastante dolor observando a su hijo fallecer poco a poco, pero siempre y en todo momento manteniendo la tranquilidad.
Se iban a quedar con la vivienda, me iban a dar un peso y tema concluido. De esta manera estaban las cosas en el momento en que cayó en su casa otra sobrina. Era la hija de su hermana viuda, que, al borde de la desaparición, le pedía de forma encarecida que se ocupara de ella.
Cuento Corto De Arturo Úslar Pietri: Barrabás
Luego pareció inquieta, se torció las manos y acercó mucho su rostro al del señor Gilbert. La luz limpia amenazaba llegar desde el puerto y las otras se iban apagando. Subió las escaleras pisando con las caras medias de seda. La Sonia, parado en el portal de la vivienda vacía, vio que la lluvia pasaba cansada, amansa llovizna, la vio cesar mientras que crecía el frío del viento, y creyó que aquello era un signo de buena suerte.
Aunque parezca patraña –esas humillaciones– ese continuo estrépito resulta mil veces preferible a los instantes de calma y de silencio. Ni un conventillo de calabreses malcasados, en medio de una catástrofe conyugal, daría una noción aproximada de las bataholas que se producen a cada instante. Fue el deseo de que va a llegar –aceptó vencido y melancólico el señor Gilbert.
Extirpados sucesivamente los dientes, las amígdalas, el estómago, un riñón, un pulmón, el bazo, el colon, ahora llegaba el valet del señor Ga a llamar al doctor Terapéutica para que atendiera el pie del señor Ga, que lo mandaba llamar. La calcé y, después, me puse de pie, y frente a ella, le pregunté, en voz baja, si la había molestado. Ella, a esa hora, escupía, en una caja de cartón depositada al pie de su escritorio, un chicle que masticó a lo largo de toda la mañana y suplantaba el chicle por un sándwich triple de miga, jamón cocido y queso. En el momento del almuerzo, ella y yo nos quedábamos solos. El acto que iba a realizar consistía en meterse en un saco, cuya boca ataban poderosamente los más desconfiados espectadores. Tras unos minutos el saco quedaba vacío.
El esposo despertó sobresaltado por el bullicio. Deseó gritar a su vez; pero un golpe feroz con una barreta de hierro quebró su voz instantaneamente. Y un tramo de cinta emplástica cruzó la mueca atroz borrándola para siempre. Ella, a esa hora, extraía, de su bolso, gacetas en las que aparecían figuras ululantes con nombres que, probablemente, castigaban algo mucho más que mi ignorancia de hombre próximo a las edades de la vejez. Por la mañana siguiente, en los dormitorios, una extraña exasperación retenía a los chicos al filo de las lágrimas.
Lo destacado es ofrecer una aceptable explicación una o varias ocasiones para que exactamente el mismo sea captado por el joven, y surjan las cuestiones correctas para ser respondidas. Para una aceptable evangelización no hace falta comprender que es bueno y que es malo, puesto que esto se puede ver de cerca en nuestro planeta de hoy, es necesario que tenga una buena capacidad de poder ofrecer explicaciones rápidas y sencillos sobre los fundamentos de la fe. En el momento en que se logre alcanzar este conocimiento básico de los temas, ya deberían tener un tanto mucho más de madurez para entender lo que es la fe y la cultura, por eso es requisito tener una base de la doctrina cristiana y que esta sea profesada de la manera correcta en la vida. Narrativa Breve transporta desde 2008 apostando por el cuento en general y por el latinoamericano en particular. Si estos cuentos cortos latinos te han resultado poco (la sed por la lectura de algunas personas no posee límites, algo que celebramos), te aconsejamos que visites el espacio que este blog dedica a los próximos fabulistas latinos. Para entrar en su casa, he recurrido a la compasión.
Microrrelato De Luis Felipe Lomelí: El Emigrante
Todo aplaudió y reprobó el pueblo, repartido. Por el hecho, Juan Joaquín se sintió heroico, casi criminal, reincidente. Sus lágrimas corrían tras ella, como blancas hormiguitas. Pero, en la frágil barca del consenso, nuevamente pudo verse respetado.
Cuento Corto De Juan Carlos Onetti: Mañana Va A Ser Otro Día
Toda la noche permaneció el Gaviero en dolorosa vigilia, aguardando, temiendo el derrumbe de su ser, su naufragio en las girantes aguas de la demencia. De estas amargas horas de insomnio le quedó al Gaviero una segrega herida de la que manaba en ocasiones la tenue linfa de un temor misterio e innombrable. La algarabía de las cacatúas que cruzaban en bandadas la rosada extensión del alba, lo devolvió al planeta de sus semejantes y tornó a poner en sus manos las usuales herramientas del hombre. Ni el amor, ni la desdicha, ni la promesa, ni la furia volvieron a ser exactamente los mismos para él después de su aterradora vigilia en la mojada y nocturna soledad de la selva.